El corcho es mucho más que un simple cierre, es un elemento esencial del vino que muchas veces pasa desapercibido. Ignorar la importancia del corcho es un gran error, ya que es precisamente este el guardián del sabor que encontramos en cada copa. No obstante, también es el culpable de que, en ocasiones, nuestros caldos no estén bien conservados.
Estas son las propiedades de este pequeño cilindro de corteza de árbol que nos ayuda a conservar nuestro vino:
El corcho evita que las bacterias y el oxígeno entren en la botella. También sirve como barrera contra el moho. Sin embargo, el corcho tiene pequeños agujeros que permiten el paso de una pequeña cantidad de oxígeno a la botella, proceso que beneficia a ciertos vinos.
El corcho proviene del alcornoque y no es necesario talar el árbol para obtenerlo. Se puede separar de la corteza del árbol de forma natural. Además, el corcho es un material que no requiere ningún procesamiento para ser utilizado.
Los vinos encorchados pueden permanecer conservados durante años. Por otro lado, los vinos sellados con un sello sintético u otro material no pueden mantener su calidad por mucho tiempo.
Aunque no todo pueden ser ventajas. El corcho puede provocar que, en ocasiones, los vinos dispongan de lo que comúnmente se conoce como «sabor a corcho».
Este hecho ha llevado a que cada vez más corchos sintéticos reemplacen a los clásicos. Actualmente, existen dos alternativas, tapones sintéticos y tapones de rosca. El problema es que todavía no hay nada que pueda sustituir a un sistema tan eficiente como el corcho natural.