Entre las fases cruciales del ciclo de la vid, el envero destaca como un momento determinante para la futura cosecha y la calidad del vino. En Rioja Alavesa este proceso tiene lugar en el mes de agosto y consiste en la maduración inicial de las uvas, durante el cual cambian de color y comienzan a acumular azúcares y otros compuestos que definirán sus características organolépticas. En las variedades tintas, las uvas pasan de un color verde a tonalidades rojizas, moradas o azules.
Durante el envero, la vid redirige sus energías hacia la maduración de los frutos y es crucial para garantizar un equilibrio perfecto entre acidez y dulzura, lo que se traduce en vinos de gran cuerpo y complejidad. Esta fase suele durar unos 15 días aproximadamente y se da de forma irregular en cada uno de los racimos. Una transformación de colores y matices que marca además la cuenta atrás para calcular el momento ideal del inicio de la vendimia.
El envero de cada una de estas variedades presenta características particulares:
- Tempranillo: se reconoce por su envero temprano y uniforme. Las uvas adquieren un color negro azulado intenso.
- Garnacha: el envero es más irregular, con un cambio de color que va del verde al rojo cereza.
- Graciano y Mazuelo: estas variedades tardías presentan un envero lento, pero muy rico en antocianos.
- Viura: las uvas pasan de un verde claro a un amarillo dorado, indicando el inicio de la maduración.
En resumen, el envero es una fase crucial que varía según la variedad de uva, y cada una tiene características particulares que afectan su maduración y, en última instancia, la calidad del vino producido.
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